En los últimos años, diversos estudios han indicado un descenso en la calidad y cantidad del esperma masculino. Se ha observado que el recuento de espermatozoides ha disminuido en más del 50% durante los últimos cincuenta años. Esta tendencia en la fertilidad masculina ha generado debates y preocupaciones en el ámbito de la salud reproductiva de los hombres, así como en las implicaciones que podría tener a largo plazo para la salud poblacional en general.
La clasificación embrionaria, distinguiendo entre los tipos A, B, C y D, es fundamental en los tratamientos de reproducción asistida. Establecer una diferenciación sirve para conocer la calidad y el potencial de cada embrión para desarrollarse tras la transferencia al útero, pero también orienta a los especialistas de las clínicas de fertilidad en su elección para aumentar las posibilidades de lograr un embarazo exitoso. La importancia de seleccionar los embriones de mejor calidad (Tipo A o B) radica en su mayor probabilidad de implantación, mientras que los tipos C y D presentan desafíos adicionales.